He de remontarme al pasado, para ser más exactos a mi niñez, donde existen recuerdos dulces y amargos. Les contaré una anécdota que a mi parecer es escalofriante; de solo recordar lo sucedido, un sudor frío recorre por mi cuerpo hasta enchinarme la piel.
Aquella noche mi madre me insistió que fuera a quedarme a casa de mi abuela, la cual vivía cerca de nuestra casa, no quería quedarme allí, pues no estaba acostumbrada a dormir sin mi madre, pero fue tanto la insistencia que opte por hacerle caso, al otro día tenía que madrugar para ir a la escuela y aun me faltaba por hacer una tarea que la terminaría donde mi abuela. Aliste mi uniforme y mis útiles escolares para irme de ahí.
Mi madre me había dicho que no quería que me quedase sola en la casa, ya que mis ojos estaban hinchados y no podía ver bien. A causa de un virus el cual yo había obtenido semanas antes. Además ella debía salir muy temprano a trabajar.
A las 8:30pm salí de mi casa para dirigirme a donde mi abuela, pero antes debía de pasar por un callejón el cual estaba supremamente oscuro y para una niña de tan solo 8 años era todo un desafío. Baje, esquive una cuantas piedras hasta lograr atravesar ese lugar y llegar a mi destino, llame a la puerta dos o quizás tres veces, sin obtener ninguna respuesta, ya sentía que el miedo se iba apoderando de mi cada vez más, pero aun así no me di por vencida y decidí intentar unas cuantas veces más, para mi fortuna mi abuela se asoma a la ventana con una sonrisa en su rostro, me hace seguir, le pido la bendición, me abraza y se da cuenta de que me encuentro nerviosa y enseguida, no lo duda ni un instante y me pregunta el porqué de mis nervios, por lo cual le contesto que es porqué le temo a la ausencia de mi madre y también por mi pánico a la oscuridad, ella muy amablemente como de costumbre me ofrece algo de comer y yo por supuesto que le sí, ya que cuando me encuentro en ese estado se me abre el apetito.
9:00pm.
Mi abuela me ha recibido bien en su casa, pero al parecer los hijos de mi tía no se lo han tomado muy bien que digamos (Ya que para ellos yo soy una niña indefensa la cual no cual sola no se puede defender). Cuando entre me acerque al comedor y descargue mi morral, saque y colgué el uniforme, ya que no quería que se fuera a dañar el planchado, que mi madre había hecho muy amablemente.
Abrí mi cuaderno y me dispuse hacer mi tarea, al cabo de un par de minutos mi primo se me acerca y se queda mirando fijamente lo que yo estaba haciendo, de un momento a otro alzó su mano, la colocó en mi cuaderno y desprendió una hoja, y no era una simple hoja en blanco… Era nada más que la hoja donde tenía la tarea ya casi por terminar.
Me llene de ira, guarde mis cosas para ir de regreso a mi casa, cuando llegué le conté a mi madre con lágrimas en mis ojos lo sucedido y ella solo me tomo de la mano, me abrazo dulcemente y me acostó a su lado, en ese instante mi ira se iba desvaneciendo lentamente hasta llegar al punto de desvanecerse por completo, solo sentía que allí era mi lugar, el lugar donde siempre debía estar y nunca alejarme, en sus brazos; solo recuerdo que estaba en el paraíso hasta dormirme lentamente.
3:00am.
Me he despertado pero no puedo abrir mis ojos y mi primera reacción fue el llamar a mi madre y así lo hice, la llame varias veces:
-Mamá, ¿estás ahí?
Espere solo unos cuantos segundos para volver a preguntar.
-Mamá, ¿estás ahí? necesito mis gotas, no puedo abrir mis ojos.
No hay respuesta y la vuelvo a llamar.
- ¿Mami?Y sigo sin respuesta alguna, así que extendí mis brazos busca de ella para buscar las gotas, y sentí un vacío a mi lado, lo cual significaba una cosa, me ha dejado sola. Entré en pánico y el desespero se apodero de mi frágil y pequeño cuerpo, no sabía qué hacer, lo único que sabía es que no me gustaba estar sola y menos en esta casa donde sentía que pasaban cosas extrañas.
Seguí buscando las gotas y no las encontré así que abrí los ojos con ayuda de mis pequeñas y frágiles manos muy sutilmente para no hacerme daño, ya que mis ojos se encontraban pegados a causa de la infección de aquel virus.
Minutos más tarde…
Salí muy atemorizada de allí, al darme cuenta de que me encontraba absolutamente sola, sin pensarlo ni un segundo más decidí volver a casa de mi abuela, ya que no me quedaría sola en esta casa.
Cuando salí de la casa me encontraba muy atemorizada tanto así que empecé a llorar muy fuerte por aquel camino de ese pequeño pueblo. Esa noche estaba fría y más oscura de lo que solían ser, me encontraba con mis pies descalzos y cada paso que daba lastimaba mi pequeños pies, el suelo era de tierra y tenía pequeñas rocas que terminaban en punta; y no podía para ya que percibía que algo o alguien asechaba detrás de mí, podía escuchar el ladrido y unos aullidos muy fuertes, eso me lleno de valor de seguir adelante con más rapidez, al salir corriendo me tropecé con una roca muy grande que no pude percibir ya que tenía la vista nublada, al caer me di un golpe fuerte en mis rodillas causando que mis pasos fueran más lentos.
Al llegar a la casa de mi abuela golpeé fuerte gritando desesperadamente: ¡Abuela!
No sé cuánto tiempo transcurrió de mi grito a la llegada de mi abuela a la puerta, solo sé que el tiempo se pasó muy lento… Al sentir el crujido de la puerta la empuje muy fuerte y me abalance sobre ella, mi abuela muy angustiada no podía creer que estuviera ahí, a tan altas horas de la madrugada y ensangrentada. Como pudo me llevo hacia la habitación y me hizo curación en mis rodillas, me llevo a la cama, me arropo y se quedó a mi lado hasta quedarme dormida.
En la mañana siguiente se escuchaban rumores de los vecinos atemorizados contándose unos a otros que habían escuchado gritar a la tal mencionada Llorona…
FIN.